“Pesadillas de una noche de elecciones.”

Conseguí levantarme de la cama, puse los pies en el suelo y sentí el frío a través de suelo. La vocecita de mi cabeza me manipulaba para volver a meterme en cama pero me negué a escucharla. Hoy no tengo tiempo para eso. No me mire al espejo, porque sabía que me enfrascaría en mi misma, en mi cuerpo, en mi misión en la vida, por qué estoy soltera, qué quiero hacer cuando sea mayor... por eso tampoco me meti en la ducha. Hoy no tengo tiempo para eso. Me serví el desayuno: un café con las últimas gotas de leche que quedaban en el cartón. Tengo que hacer la compra pero hoy no tengo tiempo para eso. Me senté a leer mi periódico que ahora ya no está impreso en papel, sino en una pantalla. No hay nada que me frustre más que empezar el dia con un Buenos Días del Facebook junto con noticias basura de cotilleos que la página cree que me interesan,  tan solo porque le di a Like sin querer a un artículo de Taylor Swift. Ahora se que ella y Kim Kardashian ya no son amigas.
Arrastre los dedos por la pantalla esperando encontrar la noticia la cual se que me quitara las ganas de levantarme de cama durante cuatro u ocho años. “Donald Trump y Mike Pence han ganado las elecciones”. Miro el descolorido techo de mi piso en esperas de que un dios en el que no creo me diga que es broma.
Algunos dirán: “Qué más da, no es tu país.” Lo cierto es que este tampoco es mi país. Soy un claro ejemplo de emigrante multicultural, aunque a simple vista no lo parezca. No soy sólo gallega, no soy solo catalana, inglesa, española, africana... Soy de muchos sitios, de tantos que para mi el mundo entero es mi nación. Me sumerjo en mi cultura anglosajona disfruto de la comida hispánica y vivo una espiritualidad oriental.
Me emociono por los logros de los extraordinarios atletas olímpicos y me limito a celebrar el potencial humano, y no la nación de la que originó el éxito.
Me entristezco por las tragedias que veo en las noticias que aparecen entre videos de gatos y “bromas pesadas que le gastó a mi novia”- deberia dejar de leer las noticias por Facebook.
Me revuelve el estómago cuando leo que hubo otro atentado en Turquía o el en Orlando, la guerra en Siria o los terremotos de Italia. Me emociono no solo cuando un español estaba entre las víctimas.
Disponemos de más información que en cualquier momento de la historia de nuestra existencia. Nos consideramos una sociedad global porque nuestras patatas y tomates vienen de Argentina pero jamas entenderemos que una mujer que lleva hiyab, la mayoría de las veces, no lo hace porque la obligan, o que existe una diferencia entre terroristas y musulmanes.  Lo cierto es que hemos conseguido que nadie tenga tiempo para sentir empatía por otros y por eso hoy no tengo tiempo para nada más.



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